miércoles, 15 de septiembre de 2010

Si lo dice él...

Abelardo Castillo publicó hace unos años Ser escritor, un libro que recopila una serie de ensayos sobre el arte de escribir. De ese trabajo rescaté el texto que sigue.
(Si no tenés idea quién es Abelardo Castillo, es una buena oportunidad para averiguarlo.)



Puedo decir que asistí a un solo taller literario en mi vi­da y que duró alrededor de cinco minutos. Yo tenía dieciséis o diecisiete años, había escrito un cuento muy largo llama­do "El último poeta" y consideraba que era, naturalmente, extraordinario. Se lo fui a leer, una tarde, a un viejo profesor sin cátedra que vivía en las barrancas de San Pedro, un hom­bre muy extraño. Bosio Arnaes se llamaba. Leía una cantidad de idiomas. Recuerdo que tenía un búho, papagayos, un enorme mapamundi en su mesa. Él mismo se parecía a un búho, pájaro, dicho sea de paso, que fue el de la sabiduría en­tre los griegos. La penúltima vez que lo vi, el viejo estaba casi ciego, pero se había puesto a aprender ruso para leer a Dostoievski en su idioma original. Eso la penúltima vez. La última, estaba leyendo a Dostoievski, en ruso, con una lupa del tamaño de una ensaladera. Era un hombre misterioso y excepcional. En San Pedro se decía que era el verdadero au­tor del libro sobre los isleros que escribió Ernesto L. Castro y del que se hizo la famosa película. La novela original era una novela vastísima de la que, se decía, Castro tomó el te­ma de Los isleros. No importa si esto es cierto; era una de esas historias míticas que ruedan y crecen en los pueblos.
De modo que fui a la casa de la barranca y comencé a leer mi cuento, que empezaba exactamente con estas pala­bras: Por el sendero venía avanzando el viejecillo… y ahí ter­minó todo.
Bosio Arnaes me interrumpió y me preguntó: ¿Por qué "sendero" y no “camino”?, ¿por qué “avanzando” y no caminando"?, en el caso de que dejáramos la palabra sendero, ¿por qué "el" viejecillo y no "un" viejecillo?, ya que aún no conocíamos al personaje; ¿por qué "viejecillo" y no "viejecito", "viejito", "anciano" o simplemente "viejo"? Y sobre todo: ¿por qué no había escrito sencillamente que el viejecillo venía avanzando por el sendero, que es el orden lógico de la frase? Yo tenía diecisiete años, una altanería acorde con mi edad y ni la más mínima respuesta para ninguna de esas pre­guntas.
Lo único que atiné a decir, fue: "Bueno, señor, por­que ése es mi estilo".
Bosio Arnaes, mirándome como un lechuzón, me respondió:
-Antes de tener estilo, hay que aprender a escribir.

5 comentarios:

J. Giraldez dijo...

Complicada situación la del estilo y la "correcta" forma de escribir. Quizás lo que habría que sumar a la afilada observación del maestro de Abelardo Castillo, es que la marca de autor es imborrable. Pero únicamente su marca, su autoridad es otro tema (de esto se encargó Roland Barthes en "La muerte del autor")más profundo.
Es discutible si una vez sabidas y rotas las reglas, el estilo puede ser considerado como correcto o incorrecto.

Saludos
-J

claudio dijo...

Coincido absolutamente con vos: la búsqueda del estilo es un proceso posterior al del conocimiento de las reglas. Pero, en la historia de Abelardo Castillo, eso que llamó "estilo" funcionó como una excusa, una manera de encubrir que no escribía bien. Y eso es, en definitiva, lo que me interesa que se entienda: una cosa es tener estilo y otra muy distinta no saber conjugar un verbo.

Bruno Brandi 1º C dijo...

Hola profe, falté el jueves pero le mandé la infografía por mail del blog. Quería saber si le llegó.
Saludos,
buen fin de semana largo

Bruno Brandi - 1C dijo...

Hola profe, ayer no pude ir porque mi hermano se recibía. Les envié por mail el trabajo a varios de los chicos pero me olvidé de mandarles un mensaje de texto diciéndoles que me lo imprimieran. Así que se lo mandé ahora por mail.
Saludos,
Bruno Brandi, 1º C

Darío dijo...

Profe, y el técnicas tea 2011? qué pasó?